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Mentoría, es el primer valor para Siervos Líderes y al corazón de lo que hacemos día tras día. Hay muchas definiciones para la mentoría, la definimos como crear relaciones efectivas que hagan crecer al seguidor de Cristo en su conocimiento, carácter y habilidades. En otras palabras, aplicando lo que Pablo dijo en Filipenses 4:9: “Lo que también han aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practiquen, y el Dios de paz estará con ustedes.” (NBLA)

Esta definición implica un discipulado intencional con un desarrollo intencionado. El discipulado está en el corazón mismo de la gran comisión. Los seguidores de Jesús no están llamados a hacer conversos, sino a hacer discípulos. Por lo tanto, cada seguidor de Jesús necesita caminar hombro a hombro con los demás para ayudarlos a ver las implicaciones y aplicaciones cotidianas del Evangelio. La mentoría es caminar pacientemente con un amor inquebrantable que los anima a deleitarse más en el Evangelio y caminar más en su dirección para nuestras vidas.

En esa dirección, es a donde la mentoría da un paso más adelante. Tú mentoreas a las personas al proyectar una visión para sus vidas de cómo pueden realizar su potencial dado por Dios en la iglesia local. Desarrollamos a las personas cuando amablemente proporcionamos críticas personales para ayudarles a aplicar mejor el Evangelio a sus vidas personales. Los líderes son desarrollados al ayudarlos a crecer hacia esta visión evangélica de sus vidas a través de críticas y aprendizaje intencional. Los líderes en desarrollo están expuestos a capacitación, instrucción y oportunidades para aumentar su conocimiento, carácter y habilidad.

La mentoría con el discipulado y el desarrollo en mente se cumple con los cuatro verbos clave en Filipenses 4:9, “aprendido, recibido, oído, y visto”. “Aprendido” implica haber sido enseñado y explicado acerca de la Biblia y el Evangelio. “Recibido” implica entregar tareas que deben hacerse, dándoles oportunidades de crecer en habilidades. “Oído” implica decir la verdad a las vidas y criticar gentilmente cuando sea necesario. Por último, «visto» implica abrir nuestras vidas para que otros miren y vean lo bueno, lo malo y, a veces, lo feo de aplicar el Evangelio en la vida de un pecador.

Si escuchas esto y piensas, “Eso es mucho tiempo, trabajo y suena desastroso”, entonces estás empezando a entender la idea. La mentoría requiere tiempo, tiempo para desarrollar la confianza para hacer preguntas que provocan la reflexión, y luego permitir el silencio para despertar una respuesta. Es lento y constante en la dirección a Jesús con el poder transformador del Evangelio. Se necesita una disposición para dar de sí mismo y, a veces, para estar incómodo. Recordando a lo largo del camino, que no se trata de tu propia sabiduría, sino de la obra del Espíritu Santo a través de la priorización de las Escrituras en innumerables conversaciones.

Por la gracia de Dios, si tu eres un mentor paciente con un discipulado uno a uno, tu iglesia profundizará su conocimiento, aplicación, y cultura del Evangelio. Por la gracia de Dios, si tu eres un mentor que desarrolla discípulos para que sean líderes, tu iglesia local se multiplicará y movilizará a más iglesias locales.

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